Según IBM el 90% de todos los datos que generan dispositivos como Smartphones, tabletas, vehículos y electrodomésticos conectados nunca se analiza… el 60% de estos datos empiezan a perder valor en cuestión de milisegundos…”
En nuestras empresas, todos esos datos se revelan de vital importancia, pues al saber los datos y su interpretación conocemos los gustos y tendencias de nuestros clientes, con lo que podremos afinar más en la toma de decisión del consumidor
¿Dónde se encuentran esos datos?
En nuestra ropa, en nuestro móvil, en el reloj, en la tarjeta de crédito, en los semáforos y hasta en los contenedores. Están en todas partes y ni siquiera nos damos cuenta de ello. Un Smartphone tiene hoy en día más capacidad de computación que la NASA cuando el hombre llegó a la Luna.
Los sensores se encuentran presentes dentro de todo tipo de objetos y aparatos situados en nuestra realidad cotidiana. Su función es recopilar información y son un elemento clave para el BIG DATA que es la acumulación de datos y su recolección para identificar dentro de ellos patrones recurrentes.
Las empresas y Administraciones públicas manejan una ingente cantidad de datos, ahora bien, estos datos están siendo recogidos y almacenados, a menudo no pasan de ahí, no llegan a ser procesados, ni analizados, ni utilizados con fines más allá de los meramente procedimentales ni, por supuesto, rentabilizados. No son interpretados.
Según los expertos, cada hora se pueden procesar una media de 60 millones de transacciones procedentes de cerca de 2.000 millones de tarjetas en 220 países y territorios, a través de más de 40 millones de comercios. “Con un conjunto de datos tan rico y amplio, podemos ser capaces de detectar cambios en la economía con una sensibilidad y profundidad increíbles”, explican. Por eso, estos datos también sirven para ofrecer ideas a comerciantes, bancos, gobiernos y otros actores que les ayuden a tomar mejores decisiones acerca de cómo servir a sus públicos de interés.
La publicidad es otro campo que se beneficia de esta ciencia, dando lugar a lo que muchos llaman neuromarketing. Se trata de una combinación entre los niveles de emoción, atención y memoria percibidos a nivel consciente o inconsciente y la recolección e interpretación de datos.
Esto permite una comprensión de los procesos de toma de decisión del consumidor y ayudar a forjar vínculos emocionales con la marca. Al existir las actitudes positivas hacia la marca, se pasa de ser consumidor a prosumidor y por tanto a defensor de la misma pudiendo aumentar las ventas.
¿Utilizas en beneficio de tu empresa todos los datos que recibes? ¿Mejoras tus productos y servicios analizando los datos que pasan por tus manos?